
Quiero dar las gracias a los 7 huevos, cuyo comportamiento fue excepcional en cada momento, también al kilo de patatas que conocí ese mismo día y por supuesto, a la sarten y el "plato grande blanco", ya que sin su colaboración no hubiera sido posible dar la vuelta a la tortilla. Mención especial merece la vitrocerámica, aportando ese calor y cercanía que tan necesario es para cocinar.
Por último, gracias a mi madre y al mecanismo del aprendizaje vicario, combinación esencial para ejecutar la tarea y conseguir la circunferencia perfecta.
2 comentarios:
Tortillero!
... y qué buena estaba...
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